24 Feb Páginas matutinas
La primera vez que oí este término fue en el libro El camino del artista, de Julia Cameron. Este libro presenta las páginas matutinas como una herramienta fundamental para la recuperación de la creatividad.

Pero, ¿qué son las páginas matutinas?
Julia Cameron las describe como «tres páginas manuscritas de estricto flujo de conciencia» o, por decirlo aun más claro: Escribir lo que te venga a la cabeza. Sin más. No tiene que ser bonito, ni políticamente correcto, ni tampoco tener aspiraciones artísticas, poéticas o de legado. No. Es el sencillo pero no simple acto de escribir, escribir sin más, escribir en su esencia más pura, la que nace de las entrañas, de nuestro subconsciente.
Deja que te ponga un ejemplo:
«Hoy me he levantado temprano. El vecino de arriba me ha despertado arrastrando una silla por el suelo. Ha sido muy molesto, y encima ayer ni me dio los buenos días. No me quedan cereales, así que he desayunado tostadas Me he propuesto empezar a hacer yoga por vigésima vez en lo que va de año. Me resulta agradable el olor de mi nuevo suavizante, lo volveré a comprar. Tengo una canción en mi cabeza desde ayer: Y por eso esperar con la carita empapá…».
¿Parece sencillo, verdad? Pues te aseguro que es lo más terapeútico que he hecho jamas.
Su complejidad y grado de profundidad irá variando por días, pero te pongo este ejemplo para que te quede claro clarísimo que no hay páginas mal escritas. Todo es válido, incluso las faltas de ortografía.
Ahora bien, tengo que ponerme seria y decirte que solo debes cumplir una única e inquebrantable regla:
Nadie, bajo ningún concepto, puede leer estas páginas matutinas.
Y cuando digo nadie, también hablo de ti. Tú tampoco podrás leerlas durante, al menos, dos meses. El resto del mundo jamás de los jamases, bajo el peligro de que en el momento en el que toquen el papel, este empiece a arder por la maldición que acarrea su quebranto.
(Es broma, pero de verdad, no las compartas, sería como compartir tu ropa interior. Demasiado íntimo y antihigiénico).
En cuanto a su extensión, la autora de El camino del artista recomienda tres páginas al día. Sin embargo, te confieso que yo solo escribo una. Escribir más me resulta tedioso, a no ser que un día puntual me fluya la verborrea. Además, creo que también es bueno practicar la capacidad de síntesis emocional y evitar la divagación.
Yo lo hago en un cuaderno de la marca japonesa Midori MD Paper tamaño A5 (libreta mediana). Es mi cuaderno favoritísimo por cómo se desliza la pluma sobre el papel, y es que en esto de la caligrafía y vivir el presente a los japoneses no los gana nadie.
Ahora que sabemos qué son las páginas matutinas, déjame que te cuente los beneficios que traerán a tu vida:
I. La satisfacción de cumplir un hábito
Nada más levantarte por la mañana, algo tan sencillo como escribir durante diez o quince minutos te reportará la satisfacción de haber empezado el día cumpliendo con un propósito. Igual que haces la cama, también haces tus páginas matutinas. Es algo alcanzable y que puedes plantear como un ritual. Te cuento el mío:
Me preparo un té matcha con bebida de avena, me siento en mi escritorio, enciendo una luz indirecta, pongo música suave sin letra que me distraiga, abro el cuaderno, desenfundo mi pluma Kaweco con tinta nogal, y comienzo a deslizarla por la página en blanco. Es algo mágico, te lo prometo.
II. Conocer la gravedad de nuestras preocupaciones
Cuando dejamos los pensamientos atrapados en nuestra cabeza, sucede algo extraño, que te explicaré citando un fragmento de mi novela, Dime a qué huele el mar:
«¿Sabías que la cabeza es como una cueva? En su interior, incluso el pensamiento más insignificante se intensifica por el eco, hasta repetirse de manera incesante. Por eso, cuando no compartimos nuestros pensamientos y nos los quedamos para nosotros mismos dentro de nuestra cabeza, nos parecen más grandes de lo que realmente son. Sin embargo, al dejarlo salir de esa cueva escuchamos su verdadera voz, que es posible que no sea más que un débil susurro. Deja salir ese pensamiento que lleva días retumbando en tu cabecita y descubramos cuánto de alto es capaz de cantar».
III. Encontrar una solución a nuestros problemas
Cuando escribimos un problema sobre un papel, nuestro subconsciente busca en nuestro interior todos los recursos de los que disponemos para hallar la solución. Es como si encuentras escrito 2 + 3. De manera instintiva viene un 5 a tu mente. Pues con nuestros propios problemas pasa lo mismo. Buscaremos la solución a aquello que encontramos sin resolver. A veces lo haremos de manera racional, otras quizá más emocional, pero evitaremos darle una patada tras otra a ese problema que ronda tu cabeza y por fin nos enfrentaremos a él.
Y al igual que es muy complicado resolver una multiplicación de varias cifras sin usar un papel donde hacer los cálculos, resulta igual de abstracto resolver un problema en la cabeza con mil voces del pasado hablándote a la vez.
IV. Comunicarnos bien con nosotros mismos
Escribimos para entender la vida, para no olvidar, pero sobre todo, para comunicarnos, con los demás, y con nosotros mismos. Dedicarnos unas palabras de apoyo, un ánimo, un echa el freno, o un pasa página. A veces, incluso pienso que no tengo nada que decir, así que simplemente escribo banalidades y, al hacerlo, detecto mi desanimo, mis prisas, o mis ganas de acabar. Y es que, cuando no tenemos nada que decir, es cuando salen las silenciosas, tímidas y sabias, palabras del alma.
Del mismo modo, también descubrimos tendencias en nuestra manera de hablarnos, y lo más importante, las corregimos. Y es que no es lo mismo pensar «este tío es imbécil», que decírselo por mensaje. Igual que tampoco es lo mismo que nuestra mente nos diga «siempre lo haces mal, te has vuelto a equivocar, no vales para nada», a ponérnoslo por escrito. Sentiras la desagradable sensación que provoca faltarse el respeto a uno mismo, y que, por algún motivo, cuando lo hacen nuestros pensamientos, lo damos por válido. De esta manera, nos damos cuenta de en qué tono nos hablamos, y podemos corregirlo.
V. Controlar la incontinencia verbal
¿No te ha pasado alguna vez que alguien te está hablando y tienes la sensación de que está pensando en voz alta? ¿Que escupe pensamientos sin filtro ni sentido, pasa de un tema a otro como un mono cambia de rama en un árbol, y ese torbellino de ideas te embulle sin que tú seas capaz digerirlas? Pues posiblemente esa persona te está utilizando a ti como libreta de páginas matutinas. Tiene un exceso de información sin procesar en su cabeza, y acaba por desbordarse y salpicar a todo el que se encuentre.
En cambio, si esa persona siguiera el hábito de escribir sus páginas matutinas, aquellos pensamientos irían día a día volcándose sobre un papel y podría procesarlos, ordenarlos y sacar un significado de ellos, y no tendría la necesidad de avasallar con ellos al primero que pase y, por tanto, sus conversaciones con los demás serían más ricas, tranquilas, ordenadas y, sobre todo, un diálogo.
VI. Descubrir nuestros sueños
Por último, y dejo mi favorito para el final, con las páginas matutinas detectamos los sueños, anhelos y deseos, que suelen ser pequeñas palabras que se escoden en las reflexiones más banales. Esas palabras se van repitiendo como una coletilla que se te escapa al hablar, sin darte cuenta.
Así, pasados dos meses, cuando se permite releer las páginas escritas, podrás encontrarlas en el papel, subrayarlas, analizarlas y, amigo, quizá ha llegado el momento de dejar de escribir sobre ese sueño y empezar a construirlo.
Puede que descubras que desde hace tiempo sueñas con mudarte al campo, con cambiar de trabajo o empezar a hacer aquello que tanto admiras en los demás.
Si no conocías las páginas matutinas, espero que estas líneas te hayan animado a comenzar este bonito y mágico hábito de liberar tus pensamientos en un papel. Y si ya escribías las tuyas, me encantará que me digas en comentarios qué beneficios te traen a ti, y si te ha pasado que has localizado sueños ocultos camuflados entre las páginas.
…
Gracias por venir a El Palomar, refugio de todos los que tenemos la cabeza llena de pájaros. Y recuerda:
¡A volar sin miedo y a soñar sin límites!
Paloma.
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